EDUARDO MANOSTIJERAS
- Hace mucho tiempo, un inventor vivía en esa mansión. Inventaba muchísimas cosas.
Un día, creó a un hombre. Y le dio entrañas, un corazón, un cerebro. Todo. Bueno, casi todo.
Verás, el inventor era ya muy viejo. Murió antes de poder acabar al ser que había creado. Así que el hombre se quedó solo. Inacabado, y completamente solo.
- ¿Y no tenia nombre?
- ¡Claro que tenía nombre! Se llamaba Edward.
Un día, creó a un hombre. Y le dio entrañas, un corazón, un cerebro. Todo. Bueno, casi todo.
Verás, el inventor era ya muy viejo. Murió antes de poder acabar al ser que había creado. Así que el hombre se quedó solo. Inacabado, y completamente solo.
- ¿Y no tenia nombre?
- ¡Claro que tenía nombre! Se llamaba Edward.
- Antes de que él viniera, no nevaba nunca. En cambio después, sí nevó. Si él no siguiera vivo, ahora no estaría nevando... A veces aún bailo bajo la nieve.
EL MAGO DE OZ
Toto, tengo el presentimiento de que ya no estamos en Kansas.
Sigue el camino de baldosas amarillas...
Llamaban al Titanic el buque de los sueños, y lo era, realmente lo era.
- ¿A dónde señorita?
- ¡A las estrellas!
- ¡A las estrellas!
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